Para los no muy amantes del carpaccio, por ser una carne cruda y todo el rollo ese que muchas veces echa para atrás a la gente, como el sushi y otras delicias. Pues para ellos, para empezar a apreciar las evidentes ventajas de sabor de la carne poco hecha sobre la muy hecha, este plato va dedicado. Tengo otro, pero ya lo indicaré cuando lo explique.
Hacemos el carpaccio como se indicó en la receta en cuestión. Mientras, hervimos un poco de arroz basmati. Cuando aún esté duro pero ya puede morderse (lo típico que dices que le quedan 2 minutos), lo sacamos y escurrimos.
En una sartén ponemos un par de dientes de ajo en láminas y los salteamos. Añadimos 3 o 4 rodajas de calabacino no muy grandes y picadas en cubos pequeñitos, más pequeños que los cubitos maggi que había antes para hacerse “sopas” en un momentillo con agua caliente.
Lo siguiente son 3 o 4 pasas pero picadas varias veces, que sean trocitos pequeños. Para las pasas, que absorben mucha agua, hay un truco inventado por mí mismo (así es el truco… jejeje) que consiste en espolvorear agua (cómo se espolvorea agua? Como si fuese sal, pero haciéndolo con agua, es decir, sacudiendo las gotas que queden en los dedos tras mojarlos) sobre la sartén cada cierto tiempo para que las pasas la vayan chupando pero que no cueza al calabacín ni al ajo, por lo que nunca debe haber cantidad de agua que pueda empezar a hervir.
Y ahora, las especias. Yo le puse algo de sal, de comino recién rallado, pimienta negra y un poquito de curry, pero no mucho.
Por último, ponemos el arroz en un cuenco y la carne encima. Si queremos que se haga más, tapamos ese cuenco con otro (tenemos entonces un perfecto donburi japonés. La carne se hará un poco y así no da tanto repelús a los quemadores, como se les suele llamar a los que quieren la carne sin nada de rojito por dentro.
Tiempo: 25 minutos.
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