Enharinamos las piezas del gallo (era enorme y tenía un montón de carne; sólo las pechugas pesaban más de kilo y medio) y las freímos hasta dorarlas a fuego fuerte en una cazuela.
Sacamos el gallo y reservamos. Añadimos pimiento, tomate, ajo y cebolla muy picadito. Una hoja de laurel y pochamos en la cazuela. Añadimos caldo de pollo o agua junto con el gallo frito y ponemos a fuego medio para que se temrine de hacer.
Sofreímos un ajo y lo reservamos. En ese aceite caliente añadimos unas hebras de azafrán y las retiramos inmediatamente.
En un mortero, majamos almendras, yemas de dos huevos, el ajo y las hebras de azafrán. Como espesa mucho, añadimos algo del caldo en el que estamos cociendo el gallo. Vertemos eso en la olla y dejamos que se siga haciendo. Normalmente una hora a fuego lento da para que se haga, pero esto eran piezas grandes de carne muy musculosa, por lo que lo tuvimos dos horas a fuego lento, vigilando el caldo, que no se quedase seco. El majado del mortero lo añadimos a mitad de cocción.
Acompañamos de arroz hervido con las claras picadas por encima.
Delicioso.
Tiempo: casi tres horas.
