Otro plato de intuición. Vamos, que no lo había hecho nunca ni parecido.
Es que, la verdad, me dieron un gallo recién matado para pelarlo y
despiezarlo. Y no sabía qué hacer con una pechuga de más un kilo de
peso. Hacer nuggets me parecía desaprovechar un buen material.
Así que piqué ajetes, cebolla, zanahoria y orejones. Y con una sartén y muy poquito aceite hacemos un sofritillo más que apañado.
Abrimos la pechuga y la rellenamos con la verdura rehogada y un poco de queso de fundir. Enrollamos y atamos.
Metemos durante 3 o 4 horas en la nevera envuelto en papel film y con una mezcla de romero, rúcula, pimienta, salsa de soja, azúcar moreno y ajos fritos. Todo bien majado y untado sobre el rollo de carne.
Que coja sabores.
Finalmente, retiramos el papel de film, colocamos patatas en rodajas muy finas, cebollas y tomates, también en rodajas, todo en la base de la fuente. Encima la carne y añadimos un vaso con la mitad lleno de agua y la otra mitad de vino.
Sólo queda hornear hasta que esté la carne dorada. Durante el horneado, untamos mantequilla sobre la carne. Pero yo lo hice una sola vez y creo que tendría que haberle dado más veces.
Muy rico y jugoso aunque me da que intervino mucho el factor suerte ya que los tiempos de cocción no los conocía, porque nunca había cocinado gallo de corral y mucho menos una pechuga de un kilo y pico de peso.
Tiempo: una hora más el marinado.
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